Monday, December 10, 2007

1982 - 2007: Malvinas desde la intimidad


Un recuerdo juvenil, que se agiganta en el recuerdo y el dolor de los días aciagos.
"Pertenezco a una generación de pérdidas absurdas y dolores sin alivio. Una generación que intentaba cuestionar y sacudir las ideas.
Una generación aniquilada por incoherencias."



¡1982 sería un año especial! Luego de algunas dificultades familiares que habían significado dos años de pérdida en las aulas, estaba por terminar mi secundario (antes era un orgullo terminar esa etapa), y al fin estaba en 5to. año!
Al fin lucíamos nuestros buzos que nos legitimaban como los más grandes y a un paso de salir al mundo… salir al mundo y de pronto, todo se empañó, algunos de mis compañeros del grupo anterior eran llamados para ir hacia un lugar que apenas habían estudiado en un mapa, esos compañeros de caras adolescentes, un suave vello asomando en sus rostros y un altruismo propio de la edad; partían. Y luego las cartas, los chocolates, los llantos de esos amores nuevos y algunas ausencias sin respuestas. Vivimos esos años con una inocencia vergonzosa, cada día, transitando un capítulo de nuestras fantasías a través del orgullo de tener un soldadito que nos pertenecía en la distancia, una disposición ingenua al escuchar las novedades y las verdades solapadas detrás de algunas mentiras confusas. Pertenezco a una generación de pérdidas absurdas y dolores sin alivio. Una generación que intentaba cuestionar, y sacudir las ideas para que transformen. Aniquilada por incoherencias. Con heridas que se abrían una vez más por los fantasmas de otros muertos. Manotazos de mentes atormentadas. Ladrones del presente y el futuro de tantos.
Pertenezco a una generación que hoy, tiene la labor de no olvidar y comprometerse a que otros no sólo no olviden sino que conozcan verdades sin idealismos. Porque los creadores de tanta hipocresía tienen nombre, tienen rostro y tienen culpa. Por eso, legitimo mi compromiso a diario, para que las muertes no hayan sido en vano. Para que aprendamos a tener ideas y expresarlas, para saber que nos escuchan y que es importante lo que pensamos.
Eran muchos, casi adolescentes; eran muchos, mis compañeros, mis compinches, mis amigos. Hoy los recuerdo así, de años antes, de esos años con caras sorprendidas ante una situación nueva o sonrojándose al ver pasar la chica que los desvelaba; los recuerdo cuando eran casi niños, niños y, sin razón, soldados!

Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. Pensamientos de hoy...


No olvidar es pensarlos de nuevo. No olvidar es compartir sus pensamientos con otros, aprisionar cada palabra que ellos idearon. Y leerlos con una sonrisa. Y leerlos con muchas lágrimas. Recordando a Rodolfo Walsh y Haroldo Conti.



En estos días de evocar La Memoria, miramos hacia atrás y entornamos los ojos. Reproducimos nuestras vivencias de aquellos años. Quizá no nos pasó nada. Quizá crecimos ante la sombra de algo desconocido que, sólo con el tiempo, tendría explicación. Comprobamos, no sin rabia, el premeditado abono en las mentes cada día. La Cadena Nacional. Las calles sin amparo. La muerte lenta de los libros, con entierros sin razones y fogatas de palabras irrecuperables. Vislumbrar que algo pasaba, y no saber nada y mientras tanto, a nuestros pies, la tierra retorcida de dolor por tanta sangre. Y la oscuridad tejiendo angustias. Tras paredes infranqueables, sombras fragmentadas se estremecían. La incomprensión había empañado las mentes y la tierra se agitaba y se agitaba y se agitaba….

La mansedumbre se fabrica a diario. Como las presunciones vergonzantes de pensar que los otros, seguro, hicieron algo. E inexorablemente la vida, siempre, sigue andando.

Que paradoja, morir por pensar. Morir por sospechar que las cosas debían ser de otro modo. Morir por no poder sosegar esa verdad revelada. Morir porque el odio se había lanzado fantasmal por las calles, cubriendo todo de desesperanza.

En estos días de La Memoria, miremos hacia delante. Sin odio, a pesar que el dolor nos ensombrezca, y alcemos con orgullo lo que nos legaron; sus risas juveniles con afán de un mundo nuevo, los ojos chispeantes ante el combate desatado y los ideales que continúan corriendo en las venas de los hijos que nacieron de la misma sangre.

“Confuso privilegio ser sobreviviente”, expresó David Viñas, al recordar a Haroldo Conti quien nos dejó su dulce álamo Carolina para que lo custodiemos. Y Rodolfo Walsh, con su coraje incorruptible hasta el momento mismo de ser acribillado, Paco Urondo, quien en sus poemas póstumos decía “Aquí estoy perdiendo amigos, buscando viejos compañeros de armas…”, Raymundo Gleyzer, cineasta y militante, con su siempre compromiso de revelar la miseria de los campesinos y otros, muchos otros y a través de ellos los cientos, los miles de rostros que seguirán mirándonos desde su eterna juventud.

No olvidar es pensarlos nuevos. No olvidar es compartir sus pensamientos con otros, aprisionar cada palabra que ellos idearon. Y leerlos con una sonrisa. Y leerlos con muchas lágrimas !! Imaginar sus manos, sus voces, sus gestos, sus deseos, sus angustias, y aturdirnos de tanto imaginarnos! Tuvieron la capacidad de amar más allá de los límites de los dolores soportables. Desentrañaron lo que estaba llegando. Relegaron sus propias existencias por tratar de impedir que los bárbaros devoren las ideas, que las tinieblas aniquilen pensamientos nuevos. Y hoy, después de tantos años, sin tumbas para llorarlos, sin un lugar para prometerles una justicia para sus almas.

Por eso, si una brizna de egoísmo nos sorprende, nos inquieta el corazón o nos confunde, revolvamos dentro de nosotros, desenterremos ese grito adormecido, removamos lo inservible y demos libertad al germen de nuestras verdades asfixiándose en el cuerpo. Simplemente porque el poder lo tenemos en el desafío de estar vivos.




Cuentos para armar

Dio a luz “Cuentos para armar”

La profesora Verónica Cardozo, directora del medio digital letravivadigital.com.ar, presentó en sociedad un superador proyecto educativo, donde sus alumnos son los protagonistas. Un hálito de esperanza frente a la mediocridad.

Por José Hernández

Una superadora experiencia educativa
Hace un par de días atrás Verónica Cardozo, directora de este medio digital, presentó en el Ipem 273 Manuel Belgrano de la ciudad de Cruz del Eje, que integra en calidad de profesora de Lengua y Literatura, un proyecto elaborado por sus alumnos de 2do. Año, 3ª y 4ª División, bajo el título de “Cuentos para armar”.
Se trata de un pequeño libro, de escasas 18 páginas, donde los chicos son los protagonistas, reflejando su peculiar y actualizada versión de cuentos clásicos bajo sus firmas, acunados en el fondo de los tiempos y que, generalmente, se reactualizan en el eterno “boca a boca” de padres a hijos, de profesores a alumnos.
Verónica, asegura que los chicos “debatieron los finales entre risas, atendiendo las explicaciones de los compañeros, los reinventaron, invitaron a personajes de todos los tiempos a incorporarse a las viejas historias, recreando su magia y trasladándolos a la época que les toca vivir”.
Así desfilan, la Cenicienta, Traje Nuevo para el Emperador, La Bella y la Bestia, El Viaje de Arturo, La Bella Durmiente, Carla del Bosque y Blancanieves, entre otros.
Con una especialidad peculiaridad. Los chicos abren las puertas de la imaginación y vuelcan sus actuales experiencias cotidianas, sin privarse de nada y libremente expresan su interpretación, con un toque de frescura que llega al hilarismo.
Esta experiencia, a pesar de su modestia no es menor, escapando de los canones habituales que imponen los programas educativos, no siempre actualizados con la realidad que nos toca transitar.
Es una pequeña hendija, por donde se cuela la luz de la esperanza. La razón es más que simple. Los chicos, por estos días, son los resistentes de una sociedad que hasta los ignora, olvidando su condición de semillas del futuro.
Siendo adolescentes, caminan la peligrosa cornisa de su formación y pocas veces tienen la oportunidad de expresarse, de dar forma a su manera de ver las cosas, de sentirlas, de vivirlas.
Estas experiencias son más que necesarias, en nuestro país, donde las incongruencias, los sectarismos, el individualismo acérrimo y las divisiones están a la orden del día.
Dejar hablar al futuro, de por sí, merece al menos el reconocimiento del respeto por las futuras generaciones de argentinos.
Bienvenido sea “Cuentos para armar”.

Nota en "La Voz del interior" de Córdoba

http://www2.lavoz.com.ar/Nota.asp?nota_id=144838&high=libro%20escuela


Thursday, July 12, 2007

Del exilio a la literatura



Augusto Roa Bastos nace en 1917 en Asunción del Paraguay, pasa su infancia en un ingenio azucarero y a partir de allí, el exilio será su acompañante. Comprometido con su gente, sus tradiciones y sus padecimientos, invierte sus años en plasmar a través de sus míticos relatos, las crueles realidades de su tierra.


Por: Verónica Cardozo


“Yo soy un escritor modesto, de un país humilde, que cree profundamente en la hermandad y la amistad, y en la conciencia de los ciudadanos latinoamericanos”
, dijo Augusto Roa Bastos en noviembre de 2003, dos años antes de su muerte, cuando se lo condecoró en Argentina con la Orden del Libertador San Martín en el grado de Comendador.

Nace el 13 de junio de 1917, en Asunción del Paraguay y pasa su infancia en un ingenio azucarero de Iturbe donde trabaja su padre. Su madre lo educa en las letras a través de lecturas de la Biblia, y de Shakespeare mientras que él observa con atención su alrededor para convertir mas tarde esos recuerdos en fascinantes y a su vez innegables relatos.
Su educación se funda en una dualidad entre los clásicos españoles (a través de la lectura en la biblioteca de su tío obispo), y de los mitos indígenas, la cultura de sus hermanos de la tierra y las injusticias que deben soportar; pero hay un momento que será decisivo en su vida: La Guerra del Chaco en 1933 entre Bolivia y Paraguay, promovida por los intereses de las compañías petroleras internacionales. El destino de Roa quedará sellado con esa experiencia.
Sirve como enfermero con sólo 15 años y los espantos presenciados lo llevarán a luchar contra la injusticia y la violencia el resto de su vida. Se inicia como periodista en el diario El País de Asunción y en 1947 debe exiliarse del país ya que comienza la eterna dictadura del Gral. Stroessner que concluirá recién en 1989. Roa Bastos podrá regresar al caer la dictadura y disfrutará de su lugar hasta la muerte.

En 1953 publica “El trueno entre las hojas”, primer libro de relatos, en 1960 “Hijo del hombre” y lo seguirá luego “Yo, el supremo” su obra máxima en la que narra la historia de José Gaspar Rodríguez Francia, dictador del Paraguay durante 26 años.
Roa es paraguayo de nacimiento pero escribe la mayor parte de sus obras lejos de su tierra, en Buenos Aires. Un exilio que luego de 30 años de estar en Argentina, en momentos del inicio de la misma realidad que vivió en su tierra, lo lleva al extranjero, exiliado una vez más. El estar lejos de su país, le permite ser un observador objetivo de lo sufrido en su tierra, sin quitarle la fuerza del dolor y la furia que lleva impresa en el alma. Por ello, sus obras están escritas con un compromiso hacia los campesinos- hermanos, otorgándoles voz a los que sufren en silencio y redención a los que padecen.
Roa ama su país y su gente y al comenzar la escritura de sus relatos se le presenta el problema de cómo transmitir en castellano el sufrimiento guaraní, como encontrar en la traducción palabras que representen ese sentimiento. Por eso, en su primer libro “El trueno entre las hojas”, mezcla las expresiones idiomáticas pensadas y escritas en guaraní junto al castellano. Las palabras tienen una fuerza especial en su propio idioma y Roa no desea ser intermediario entre los hechos y los lectores.

Su obra

Roa Bastos abarca diversos géneros; poesías, guiones cinematográficos y ensayos pero sin duda es la narrativa donde logra fama internacional. Su obra presenta la realidad de su Paraguay amado y sufrido desde la distancia impuesta por otros, en su perpetuo exilio; y a través de sus relatos nos hace partícipes de los mitos de ancestrales, de su lengua, su tradición y el mundo mágico creado por ellos tal vez, para sobrevivir en tanta incertidumbre.
Los temas fundamentales son la violencia generada por el destino del hombre, como una fuerza natural que condiciona los pasos sin poder modificarlos y el mundo mítico en que se mueven las historias son el elemento para poner en evidencia la injusticia social.
“El trueno entre las hojas” consta de 17 relatos. Si bien al libro lo componen cuentos con distintos personajes e historias, éstas se complementan dando coherencia al libro en su totalidad. Todos los relatos tienen un denominador común que es presentar la historia de su país, la historia de las poblaciones originarias del Paraguay más dañadas por los inmigrantes y su interrelación entre las tradiciones paganas de dichos pueblos y las concepciones nuevas de los que arriban. Hay una organización circular desde el título mismo de la obra. En el primer cuento son presentados “Los carpincheros” y se retoma su presencia en el último cuento que se llama “El trueno entre las hojas” que es, justamente el título del libro. Existe una dualidad constante entre las culturas que se encuentran y a su vez una extraña identificación ante lo desconocido. Esa organización circular está explícita en cada cuento en el cual desde el inicio nace como un vaticinio de lo que ocurrirá.
Es la misma organización circular de su propia vida, de joven asistió al absurdo de la guerra y de adulto la terrible soledad de otros suelos. Sin embargo, sus ansias del regreso le concedieron pasar sus últimos años en su tierra, cobijado en ese lugar soñado por siempre desde las más disímiles geografías.
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