Thursday, July 17, 2008

Cazadores de mitos

Hace tres años, Blancanieves y los siete enanos, El sastrecillo valiente y Hansel y Gretel, entre otros, ingresaron dentro de la Memoria del Mundo de la UNESCO. Catorce cuentos y dos libros de comentarios, publicados entre los años 1812 y 1857, quedarán resguardados por los siglos de los siglos…


La tradición oral, desde su pasado milenario, tuvo incontables “custodios” que, aún sin saber leer ni escribir, transmitieron las fábulas de generación en generación y de boca en boca, hasta que aparecieron los recopiladores quienes, con su manejo de la pluma y el tintero, en principio, inmortalizaron la memoria colectiva en páginas de libros impresos, pasando así de la oralidad a la escritura y salvando una rica tradición popular que, de otro modo, pudo haber caído en el olvido.

En realidad hoy, nos es casi imposible imaginar un tiempo, en que los cuentos de princesas, de bosques encantados, o de niñas encerradas en celdas, bajo la custodia de una bruja con nariz puntiaguda y medio ciega… no hayan existido.

Son parte de muchas infancias, entrañablemente ligadas con nuestras primeras emociones ante la pantalla de un cine o el descubrimiento de imágenes en los libros. Son los cuentos de siempre. Un rito que se cumple cada vez que se vuelve a relatar.

El primer guardián: Charles Perrault


Nació en Francia hace mas de trescientos setenta años, era un hombre dedicado a la política y la intelectualidad en tiempos de Luis XIV. Fue secretario de Colbert, ministro de la corte, y al morir éste, privado de continuar en su cargo político, ingresó a la dirección de la Academia de la Lengua.

En sus últimos años, reunió en un librito cuentos tradicionales narrados entre las clases populares de su país, para eternizarlos. Si bien sus primeros escritos fueron para el público adulto, nadie podía imaginar que ese personaje unido a lo más clásico de la época, podía ser el mismo que en su intimidad recreaba fantasías, por ello, en 1696 apareció en forma anónima La bella durmiente del bosque y, al año siguiente, Historias y cuentos del tiempo pasado, también llamados Cuentos de antaño o Cuentos de la mamá oca.

Cuatro años después de su muerte, se publicaron como Cuentos de Monsieur Perrault. Supo sintetizar las preocupaciones del ser humano en Cuentos de antaño con: La bella durmiente del bosque, Caperucita roja, Barba azul, El gato con botas, Las hadas, Cenicienta, Riquete el del copete y Pulgarcito. Los ocho títulos más reconocidos y universales, que figuran en la memoria de cada uno de nosotros.

Las historias continúan: Los Hermanos Grimm

Jacob nació en 1785 y Wilhelm un año después, en Alemania, siendo los dos mayores de un matrimonio de seis hijos. Ambos estudiaron leyes, ejercieron de bibliotecarios y fueron catedráticos y, ambos murieron en Berlín, siendo enterrados en tumbas contiguas. Jacob se dedicó al estudio de la literatura antigua y medieval alemana y la investigación científica del lenguaje, Wilhelm era más bien, crítico literario.

Adolescentes aún, recorrieron los pueblos, recopilando cuentos y leyendas populares, que años más tarde publicarían con el nombre de Cuentos de niños y del hogar. Eran 86 cuentos en una primera edición y 70 cuentos más en la siguiente.
Publicaron además, las Sagas alemanas y las Leyendas heroicas alemanas, colección de leyendas históricas. Jacob Grimm fue el fundador de la germanística y representante del método histórico en los estudios literarios. Inició el estudio científico de la mitología recogiendo ejemplos de antiguas crónicas y fábulas transmitidas oralmente y reunió un grupo completo de cuentos antiquísimos que él consideró nacidos en forma espontánea, sin intervención de ningún poeta.

De ahí dedujo una teoría: que el lenguaje tenía origen divino.
Ayudado por su hermano Wilhelm, publicó la Gramática alemana, considerado el trabajo científico más importante sobre el origen de la filología germana y La Mitología alemana, donde buscaba el origen de los cuentos de hadas en la era pre-Cristiana, así como en la antigua fe y supersticiones de los pueblos germánicos.
Luego de largas travesías en busca de remembranzas de los más viejos, la muerte los sorprendió con una diferencia de cuatro años, para seguir quizá, buscando juntos, otras historias. Wilhelm murió en Berlín en 1859.

Aunque la escuela crítica moderna ha invalidado las teorías de Jacob Grimm sobre el origen de los mitos y del lenguaje, sus métodos continúan aplicándose y sus investigaciones todavía son fuente para el estudio de la lingüística alemana.
Con respecto a las obras, Jacob era mas científico, obsesionado por la técnica, por lo tanto era el recopilador, Wilhelm, el poeta, encargado de elaborar los cuentos.
Eran escasas las variaciones entre la versión escrita y la transmisión oral que les había llegado. La edición final, que se publicó en 1857, contenía 239 cuentos en total. Algunos son: El sastrecillo valiente, Hansel y Gretel, El lobo y los siete cabritos, Los músicos de Bremen, Pulgarcito, El campesino y el diablo, La liebre y el erizo, Caperucita Roja, Blancanieves, la Cenicienta...

Seguramente, los Grimm se habrían sorprendido si vivieran hoy, ante la popularidad de sus nombres y trabajos. En todo el mundo le han dedicado películas, libros y obras de teatro.

El corazón de los cuentos

Los cuentos, en su mayoría, son de tres a cinco páginas, con un final feliz para el héroe o la heroína. Normalmente, el villano encuentra un fin brutal, capaz de producir pesadillas a muchos niños pequeños. Muchas de las narraciones surgieron en la Edad Media, cuando era frecuente 1que mujeres fueran quemadas en la hoguera, acusadas de brujería, y los oscuros bosques alemanes plagados de lobos y bandidos. Hoy en día puede parecer cruel asar a una bruja en su propio horno (como ocurre en Hansel y Gretel) o meter a una doncella en un barril recubierto de clavos por dentro y arrastrarla hasta que muera (La cuidadora de gansos), pero estos son sólo reflejos de los crueles métodos que se practicaban en la época en la que surgieron estos relatos.
Sin embargo, aunque los cuentos retienen muchos de los rasgos de sus orígenes populares, los Grimm no se dedicaron únicamente a coleccionar: eran minuciosos editores. Ellos realizaron revisiones sucesivas de los originales, con el fin de asegurarse que los cuentos eran adecuados para lectores jóvenes. También se les añadieron a las historias otras moralejas burguesas del siglo XIX y se incluyeron motivos cristianos. “Mantén tus promesas, no hables con extraños, trabaja duro, mantente casto o casta, y algún día tu príncipe llegará…”.

Pero, ¿quién de nosotros, aún hoy, no queda atónito al escuchar una de esas narraciones como cuándo éramos pequeños?.

La bella durmiente del bosque y… lo mágico del sueño

Es uno de los cuentos más universales. En él, un príncipe descubre a una doncella dormida en el bosque, bella, con sus mejillas sonrojadas, con la vida latiendo frágil bajo una respiración débil. La besa, con un beso tan profundo que la hace abrir los ojos, despertándola. Mas tarde, se casan y… “viven felices hasta el fin de sus días...”.

En este cuento, hay un episodio donde las hadas conceden sus dones a la recién nacida. Pero, una de ellas ofrece en cambio, una maldición. La pequeña al cumplir ciertos años, se pinchará un dedo, lo que le provocará un sueño prolongado hasta la llegada del príncipe rompiendo el maleficio.
Esto formaba ya parte de la tradición popular de la vieja Europa. Como también, eran muy conocidos los relatos de ogros voraces que comían a los niños o a sus enemigos.

Perrault siguió bastante fielmente las historias. Sin embargo, como hombre civilizado de la corte, utilizó la moral cristiana, para filtrar episodios cargados de paganismo.

Realizó dos variaciones: en su cuento no había beso, como en los hermanos Grimm, sino sorpresa, diálogo y enamoramiento. Y, quien descubría a la durmiente no era un noble casado, sino un príncipe soltero y sin compromiso.

Ciertamente, La bella durmiente no sería tan universal si Perrault no la hubiese recreado en sus Cuentos de antaño.

Pasará el tiempo y nacerán nuevos niños que, deslumbrados, crecerán escuchando las mismas historias. Luego de más de trescientos años, podemos afirmar que, los mitos siguen vigentes.
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