Saturday, May 31, 2008














El Mayo Francés

“Prohibido Prohibir” “La imaginación al poder” “Seamos realistas, exijamos lo imposible”. Estas eran algunas de las pintadas aparecidas en las calles parisinas en aquél 1968, ante la mirada atónita de los políticos y los medios de comunicación. Nadie imaginaba movilizaciones o protestas. Viviendo en la bonanza económica se hablaba del “fin de las ideologías” mientras asomaban en esos días la cultura hippie, el movimiento estudiantil, el movimiento por los derechos civiles de los negros… con distintos objetivos pero con una meta común que los acercaba: la percepción de poder cambiar la sociedad rechazando al sistema capitalista y a la dictadura stalinista. Condenando al neofascismo, al clericalismo, a Estados Unidos por su intervención en Vietnam. En ese auge de prosperidad en Europa, los gobernantes observaban preocupados. Miles de jóvenes mostraban que la sociedad en la que vivían no era la que pretendían y querían cambiarla. Jóvenes en su mayoría estudiantes, nacidos en la posguerra, con la memoria de sus familiares muertos aún latiendo en sus venas, con el rechazo de vivir en un mundo cómodo y consumista, necesitaban otras respuestas. En medio de las grandes tecnologías, repudiaban esa cultura de masas que había provocado la ruptura de los vínculos sociales.

Los comunistas observaban con desconfianza la movilización estudiantil, ya que las acciones espontáneas y sin ser dirigidas por ellos, ponían en tela de juicio la postura que tenía en ese momento el marxismo soviético. Si bien estos jóvenes no estaban organizados como partido político, ni tenían programas de acción, la fuerza del estallido se apoyaba en la espontaneidad y les permitía ser independientes y libres para exponer cada uno, sus ideas. Los graffitis o pintadas eran una forma de expresión pero también, de ocupar simbólicamente la ciudad, marcando una presencia generacional.
Jean Paul Sartre, ideólogo del Mayo Francés junto a Herbert Marcuse, en defensa de los jóvenes afirmaban que los estudiantes no eran una clase social dominada por un sector, como los obreros que defendían reivindicaciones concretas, sino que para ellos, “los opresores, eran el sistema entero.”

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