Sunday, April 20, 2008

Educación
15 de Abril de 2008


Hoy se cumplen 70 años de la desaparición física de César Vallejo

Mestizo nacido en Santiago de Chuco, un rincón del norte de Perú donde le dominación española había casi liquidado su raza. Será la máxima expresión del indígena que alza su voz para cumplir un mandato ancestral, un propósito sublime: reunir a todos los que nacieron “un día que Dios estuvo enfermo."
Por Verónica Cardozo

César Vallejo
El poeta peruano más grande, intenso y comprometido de todos los tiempos. Su poesía desgarra porque nos muestra sin anestesia el dolor que padece el desamparado, la injusticia que vive el indígena de su tiempo y la única verdad posible ante lo adverso a través de la revolución.
“El Cholo”, como lo llamaban, era mestizo, con una familia de raíces españolas e indígenas. Asistió a la Universidad, estuvo en contacto con distintos movimientos literarios junto a poetas y escritores de su tiempo, escribió sus primeros versos, fue maestro de grado, estuvo preso, conoció los inicios de la sangrienta y terrible Guerra Civil Española que se llevó tras el absurdo de sus balas y su oscuridad satánica a poetas amados e irrecuperables casi en plena juventud como Miguel Hernández y Federico García Lorca… y a través de tanta experiencia de esos años exploró lo más íntimo y sensible del ser humano.
Con su espíritu crítico usó la palabra para gritar la protesta de toda la humanidad y de todos los tiempos.
César Vallejo solidario y contradictorio, con tanta sensibilidad que padeció hasta el momento mismo de su muerte, el dolor ajeno como propio.

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...

ESPERGESIA

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

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